Los discos duros son como los coches. Los hay de mejor y de peor calidad, pero todos están hechos para funcionar bien, al menos, durante un tiempo. Por desgracia, hay una diferencia crucial entre ambos: mientras que los precios de los coches no han hecho más que incrementar en la última década, los precios de los discos duros no han hecho más que disminuir, y esto se debe entre otras cosas a una peor calidad de los materiales utilizados y a un menor tiempo de testeo en fábrica. Además, por cotidianos que sean los discos duros, en su interior ocurren varios fenómenos que bien se ubican cerca de los límites de la física, haciendo de ellos unos componentes extremadamente sensibles a gran cantidad de factores: vibraciones, golpes, cambios de temperatura, subidas o caídas de tensión, defectos de fabricación, cambios de presión… en este post resumiremos las averías más comunes que padecen y sus posibles causas, así como las oportunidades de la recuperación de datos del mismo.
Los fallos de tipo lógico en un disco duro son los que causan errores o inconsistencias en el sistema de ficheros subyacente, que impide al usuario el acceso a los datos. Dentro del mismo grupo se suelen consideras los borrados y formateos accidentales del disco duro, al requerir de técnicas muy parecidas para la recuperación de los datos.
Un disco duro que solo presenta fallos de tipo lógico suele presentar uno o más de los siguientes síntomas:
Además, hay que fijarse en que…:
Estos fallos pueden ser debidos principalmente a virus informáticos y otros malware, errores humanos, y pueden ser consecuencia además de otro tipo de fallos comunes en los discos duros, más allá de los problemas meramente lógicos. Si un disco duro es formateado (a propósito o no), o si se instala un nuevo sistema operativo sobre un disco que anteriormente tenía datos, las técnicas usadas para la recuperación de los datos son similares.
También hay virus que cifran la información (howdecrypt o cryptorbit, entre otros), y la recuperación de datos de estos casos es más compleja, a veces incluso inviable.
La dificultad de este tipo de fallos es variable en función de la cantidad de información que se ha perdido definitivamente (estructuras del sistema de ficheros), y del sistema de ficheros subyacente (FAT, NTFS, HFS+, Ext2, Ext3, Ext4, XFS, ReiserFS, UFS, ISO…). Los casos en que la información ha sido perdida debido a virus que cifran/encriptan la información suelen ser muy complejos y hay ocasiones en las que las oportunidades de recuperación de datos son limitadas o nulas.
Los fallos en la placa electrónica o PCB del disco duro son los que impiden al disco poner en marcha el software interno del disco duro, habitualmente porque el disco es incapaz de entregar la corriente necesaria a diferentes partes del mismo, como el motor, el microcontrolador principal, o toda la PCB en general. Cuando la PCB de un disco duro está dañada, en el 99% de los casos no basta con cambiarla por otra de otro disco duro igual. Durante el proceso de fabricación de cada unidad de disco duro, se dan microscópicas diferencias en la forma, posición y adaptación de los cabezales de lectura y escritura, que hacen que cada disco duro necesite ser calibrado individualmente. Los resultados de esta calibración se almacenan parcialmente en la PCB, y sin ellos, el disco no sabe cómo funcionar, por lo que es vital contar con la PCB original, y es preciso que un experto en electrónica examine el disco duro por completo.
Hay ocasiones muy complejas en las que la parte electrónica afectada reside en el interior del disco duro. En estos casos el componente más afectado suele ser el preamplificador de la señal que viene de los cabezales, ubicado habitualmente en el brazo mecánico interno. Son casos más complejos de tratar e incluso de diagnosticar.
Los fallos en la placa electrónica de un disco duro suelen presentar los siguientes síntomas:
*Este diagnóstico es sonoro, no visual. No se debe abrir el disco nunca fuera de unas instalaciones especializadas.
Los fallos en la PCB y el resto de la electrónica pueden ser debidos principalmente a subidas y bajones de tensión, conexión incorrecta de los cables, manipulación del disco en funcionamiento, y en ocasiones también a golpes y caídas.
Hay ocasiones en las que el disco parece que no sufre ninguno de los síntomas de los otros fallos, pero el ordenador es incapaz de reconocerlo o no es capaz de acceder a los datos. Muchas de estas ocasiones son debidas a un fallo en el software interno del disco duro o firmware, siendo necesario reprogramar determinados componentes del disco duro para que éste vuelva a ser funcional temporalmente. Un disco duro con fallos de firmware es complejo de diagnosticar dado que hay cientos de piezas del firmware que pueden fallar. En ocasiones, un pequeño fallo electrónico puede haber ocasionado la corrupción de algún módulo del firmware, ocasionando que tras el apagado el disco no sea capaz de inicializarse correctamente de nuevo. También es posible que el disco duro tenga un cabezal débil o defectuoso, bien por el uso o debido a algún pequeño golpe, y el disco registra debido a este cabezal numerosos sectores defectuosos que desbordan las tablas de defectos, ocasionando un fallo general del firmware del disco.
La mayoría de casos de fallos relacionados con el firmware se debe a cabezales defectuosos o dañados, dado que se corrompen debido a ellos ciertos módulos esenciales para la inicialización del disco duro. Son precisas modificaciones del firmware y diversas técnicas complejas para la recuperación de datos exitosa en estos casos.
Los fallos de firmware del disco presentan principalmente dos síntomas:
Los fallos de firmware ocurren en cualquier disco, a veces de forma arbitraria, aunque mayoritariamente motivado por otros problemas de tipo mecánico o eléctrico que corrompen parcialmente el software interno del disco. Hay modelos de discos duro más propensos que otros a sufrir este tipo de fallo, debido en ocasiones a errores en la programación de los mismos.
Los fallos de tipo mecánico de un disco duro son los que impiden al disco calibrar y comenzar a recibir comandos como el de lectura. El acceso a todos los datos del disco duro es imposible en estos casos, siendo necesario un laboratorio de recuperación de datos especializado para poder recuperar los datos.
Es vital en estos casos no conectar el disco duro ni una sola vez más una vez detectado el problema. Cualquier intento posterior de poner el disco en marcha puede ocasionar la pérdida definitiva de los datos, debido a que unos cabezales defectuosos como los de la imagen que se puede ver tras a estas líneas pueden arañar los platos magnéticos del disco duro, donde reside la información, destruyendo la misma (o parte de la misma) irremediablemente. En estos casos, además, un pequeño daño se convierte rápidamente en un daño enorme, dadas las altas velocidades a las que gira un disco duro, y la gran cantidad de suciedad que se genera en su interior mientras un cabezal está rascando una superficie magnética.
Un disco duro con fallo mecánico presenta uno o más de los siguientes síntomas:
Estos fallos pueden ser debidos principalmente a caídas, golpes, subidas de temperatura, contaminación interna del disco duro, defectos de fabricación, desgaste, o fuertes vibraciones.
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