La ciberseguridad española, entre las más altas del mundo

Nueva Zelanda está en las antípodas de España: en la otra punta del mundo. A ambos países les separan casi 20.000 kilómetros pero tienen en común que obtuvieron la misma puntuación en el índice de ciberseguridad que elabora la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU en inglés). El coordinador de ciberseguridad de este organismo, Marco Obiso, considera que esta materia no es cosa de broma porque un ciberataque puede instigar una defensa, pero las políticas de protección deben anticiparse.

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La ITU es un organismo de las Naciones Unidas que se centra en las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Sitúa a Nueva Zelanda y España en el puesto 19 del mundo por su compromiso con la ciberseguridad. Estos países tienen capacidades operativas, legales y tecnológicas muy elevadas para protegerse de ataques contra su ciberespacio: el llamado quinto dominio de la guerra.

Tanto Nueva Zelanda como España tienen una puntuación de 0,718 sobre un máximo de 1,0. Ningún Estado llega al tope. El que más se acerca es Singapur con su 0,925 y detrás está Estados Unidos con un 0,919. La herramienta que utiliza la ITU para calcular este índice son las encuestas. No las contesta cualquiera: lo hacen los propios países. En total, en el índice de 2016 participaron 134, incluidos los territorios de Palestina. A los que no respondieron se les invitó a validar las conclusiones a las que llegó por su cuenta el ITU al investigar fuentes abiertas sobre su ciberseguridad.

El índice que elabora la ITU mide el compromiso de los países en ciberseguridad y se calcula en base a cinco pilares: el legal -jurídico-, el técnico, el organizativo, la capacidad de construcción y la de cooperación. Las preguntas que responden los países sirven para determinar su puntuación.

Hay países que se toman muy en serio proteger su ciberespacio. Otros no tanto, pero como explica Obiso a bez.es, es un hecho que hay un “incremento de esfuerzo” en todo el mundo por mejorar en ciberseguridad. El avance “es el resultado de un aumento de la conciencia y de la comprensión en esta materia. De todas formas, una cosa es que los países estén alerta y otra que actúen de forma estratégica y efectiva”.

Los ciberataques que sacudieron al mundo a finales de mayo y junio de 2017 demuestran que las palabras de Obiso van bien encaminadas. El virus WannaCry encendió las alarmas en más de 150 países cuando se propagó el 12 de mayo. Este programa maligno es un ransomware que afecta a los ordenadores con sistemas operativos Windows: secuestra sus archivos y pide un rescate para liberarlos. Se vieron afectadas grandes empresas, como Telefónica, y hasta hospitales en Reino Unido.

Los Estados no pudieron evitar la propagación inmediata de WannaCry pese a que Microsoft desarrolló dos meses antes un parche que arreglaba las vulnerabilidades SMB que explota. El 27 de junio, otro malware basado en Petya y que explotaba los mismos fallos volvió a dar una lección a los Estados: invertir en ciberseguridad es vital para proteger a los ciudadanos, las empresas y las instituciones.

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WD My Passport SSD, análisis: el almacenamiento en estado sólido da sus primeros pasos en el mercado general

Hace algo más de un mes analizamos la nueva generación de discos duros externos My Passport, que siguen usando el disco duro mecánico tradicional con la ventaja de ofrecer hasta 4 TB de espacio en un tamaño de bolsillo. Pero ¿qué hay de los discos SSD? ¿No tiene WD, una de las marcas más conocidas de almacenamiento, sus propias soluciones en este nuevo formato?

Pues sí, y se han bautizado como My Passport SSD. Son el primer paso, la primera generación de estos discos de estado sólido pensados para el público general, y por lo tanto tienen que definir el futuro de la marca frente a otras propuestas potentes como los Samsung T3. Veamos con detalle cómo lo hacen.

Gracias a los chips SSD, estamos ante un disco externo que no parece un disco externo. Sus medidas, 1 x 9 x 4,5 centímetros, hacen que parezca más un paquete de chicles que no un disco. Pero más que su tamaño (al fin y al cabo hay pendrives USB más pequeños), lo que sorprende es su peso. El My Passport SSD es extremadamente ligero, 51 gramos, de modo que si te lo pones en el bolsillo apenas vas a notar que llevas nada.

El material con el que el My Passport SSD está fabricado es un plástico en dos acabados, negro liso y uno metalizado “rayado” que forma ya la identidad de la marca en sus dispositivos de almacenamiento. Con el poco peso que tiene la sensación al cogerlo es de fragilidad, de tener un juguete en las manos. Pero WD ya se ha encargado de que eso se nos vaya de la cabeza garantizando resistencia a caídas de hasta 2 metros.

No hay ningún botón en el disco, así que dependemos de su conexión para que se active o desactive. Y por sus dimensiones y el grosor del cable, el disco nunca va a quedarse plano en una superficie. Siempre va a quedarte inclinado.

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El ‘IDG Security Day’ pone a la ciberseguridad en el centro de la conversación global

El evento Security Day se ha celebrado en diez países, y ha contado con la participación de los profesionales TI más influyentes del panorama para arrojar luz en un mundo cada vez más conectado y donde residen cada vez más amenazas difíciles de frenar.

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Salió el sol el día del solsticio de verano para poner a la seguridad en el centro de la conversación global. De Estados Unidos a Australia pasando por Reino Unido y, como no, España; IDG ha celebrado el evento Security Day en 10 países. La jornada ha contado con la participación de varios de los mejores profesionales TI para arrojar luz a un nuevo paradigma en el que es necesario contar con las mejores prácticas de defensa para frenar a todo un ramillete de ataques cibernéticos, cada vez más dañinos y sofisticados.

La jornada, dirigida en España por Marlon Molina, director de ComputerWorld University, no ha obviado ninguno de los temas más candentes de la actualidad: WannaCry, GDPR, cloud, Internet de las Cosas… Todo para frenar unas estadísticas que no paran de crecer. De hecho, Incibe gestionó más de 100.000 incidentes en el país durante 2016. Y, esto no es nada comparado con lo que viene.

El último gran ataque a nivel global, WannaCry, ha puesto en alerta a toda la industria. “Supone una puerta abierta a un nuevo escenario”, señalaba Alberto Hernández, director general de Incibe. Este panorama, decía, involucra no solo a empresas y a administraciones públicas, sino a toda la población. Sin crear alarmas, pero con una concienciación clara “abordamos las tareas de formación hablando con un lenguaje llano, sencillo y que todo el mundo entienda”, recetaba Bosco Espinosa director de preventa de Kaspersky Lab. En la misma dirección, Melchor Sanz, director de tecnología y preventa de HP Inc, apelaba al poder del usuario. “Igual que as compañías tenemos la obligación de ofertar productos diseñados con la seguridad en la base”, indicaba, “los usuarios tienen que activar esos mecanismos. Es como ponerse el cinturón de seguridad de un coche, esta ahí, pero tenemos que atarlo”.

Estos consejos se vuelven necesarios ya que todos los objetos conectado a la Red son susceptibles de ser vulnerados. En busca de datos y dinero como fin último. Como cada vez más escenarios, el de la delincuencia se ha traspasado al mundo virtual. Y el del Internet de las cosas es un ecosistema muy jugoso, en auge y que desentraña muchos riesgos. El año 2020 alcanzará los 25.000 billones de objetos conectados. Incluso una cafetera es una puerta de entrada. Y, como uno de los riesgos más evidentes, Pedro Luis Martínez, director técnico de Aruba, ponía el ejemplo de los coches conectados. Además, aconsejaba que uno de los primeros requisitos primarios a cumplir en este sistema es definir cuales son las funciones y determinaciones de cada producto. “Hay que introducir la seguridad por defecto en cada producto”, analizaba Alfonso Martínez, director de ventas en Gemalto.

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