Rootkits, qué son y cómo podemos defendernos de ellos
Existen muchos tipos de malware diferente. Muchos de ellos son claramente visibles cuando nos infectan y los conocemos, como los troyanos, los virus o el temido ransomware. Sin embargo, existen otras amenazas menos frecuentes, aunque igual de temibles y, además, muy complicadas de detectar y eliminar, como es el caso de los rootkits.
Los rootkits son pequeñas aplicaciones maliciosas que se esconden en el ordenador de sus víctimas y que son utilizadas por los atacantes para tomar el control de los sistemas afectados siempre que lo necesiten. Por lo general, estas aplicaciones maliciosas son prácticamente indetectables hasta el punto que las soluciones antivirus convencionales no suelen dar con ellas. Además, estas suelen trabajar a un nivel muy bajo, no levantando así ninguna sospecha sobre que están ahí.
Los rootkits afectan por igual a todos los sistemas operativos, Windows, macOS y Linux, y, por lo general, suelen almacenarse en los primeros sectores de los discos duros para garantizar su persistencia y arranque junto al sistema, aunque también pueden incluso llegar a tomar el control de la BIOS o UEFI de los ordenadores, haciendo que este se cargue en la memoria incluso antes que el sistema operativo, quedando residente, protegido y a espera de una llamada que le active y le haga empezar a funcionar.
Infectarnos por un rootkit puede ocurrir de la forma más sencilla posible, simplemente a través de un fallo de seguridad en el sistema operativo o en alguna de las aplicaciones o al descargar una aplicación maliciosa a través de Internet o las redes de pares.